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Carpanta el embozado

01 Apr 2024

EL PRIMER ATUENDO DE CARPANTA

Siempre me han interesado los cambios de atuendo de los personajes de las historietas, y aún hoy es un tema que me interesa, porque no es obra de casualidad o capricho, sino que se debe a diferentes factores, algunos de los cuales se nos ocultan o son fruto del inconsciente psíquico de sus autores.

Varios críticos y estudiosos han hablado acerca de Carpanta. Yo mismo he hablado en algunos artículos, dando mi interpretación personal. Personal, porque considero que el artista plasma en su obra su alma, es decir, su pensamiento, sus deseos y aspiraciones, su concepto o crítica de la sociedad. Es su más sagrado derecho. Pero cuando un artista se expresa en su arte, una parte de él deja de pertenecerle, es decir, aunque la obra sea suya, aunque sea el fruto de su mente y alma, la obra está hecha para que la contemple el público, y el público la hace suya al ver en ella la plasmación, el reflejo, de su propia mente y de su propia personalidad, la moldea y la transforma a su manera. Es el momento en el que la obra de arte deja de pertenecer a su autor y pertenece, en su percepción e interpretación, al que la está contemplando y admirando.

Esto creo que es verdad incluso, por supuesto, en la historieta.

Un detalle en el que no me paré a reflexionar mucho fue en la evolución del atuendo de Carpanta, ya que su primera forma fue bastante efímera y, en un primer análisis, comprendí que esa primera representación vestimentaria no era muy afortunada, ya que daba al personaje una apariencia incómoda, sombría y hasta algo repulsiva para las mentes de los niños.

Pero, comprendiendo que la intención del autor no debía ser tan simplista, continué reflexionando en aquel primer atuendo y sus componentes, sin darle al principio mucha importancia, pero esa imagen estaba allí, persiguiéndome con su obsesión y misterio. ¿Por qué dibujó Escobar el atuendo de su personaje de esa manera? ¿Qué le hizo luego cambiarlo?

 

 

Y de repente llegó hasta mí una luz. Puede ser que me equivoque. Puede ser que todo sea el fruto de mi calenturienta imaginación. Pero aquellos hombres, guionistas, dibujantes, creadores de personajes, eran artistas que expresaban sus sentimientos, su arte, sus aspiraciones, a través de los humildes medios que estaban a su alcance. Y no dejaron de hacerlo, con sus habilidades, con sus miedos, con sus esperanzas.

Por eso creo que el primer atuendo de Carpanta no fue una simple casualidad, sino el fruto de una mente inteligente y culta que estaba al tanto de las condiciones contemporáneas en las que le tocaba vivir y luchar, y de las posibilidades que su arte le brindaba para expresar, aunque fuera a escondidas y disimuladamente, sus aspiraciones, su protesta, sus reivindicaciones y sus esperanzas. Y esto está relacionado con nuestra historia. Recordé el motín de Esquilache, en 1766, bajo el reinado de Carlos III, cuando se quisieron prohibir las capas largas y los chambergos, sombreros de ala ancha, con la excusa de que esas capas y sombreros permitían ocultar rostros y armas, facilitando así la criminalidad, y pretendieron reemplazarlos por capas cortas y sombreros de tres picos. Aunque la verdadera causa de la revuelta era el hambre, tema central del personaje Carpanta.

 

 

El atuendo primero de Carpanta fue una alusión a este pedazo de historia y a la vez un desafío a la autoridad establecida, como un signo de rebeldía. El indigente Carpanta no era solamente un pobre hambriento, era también alguien que tenía hambre y sed de justicia y que rechazaba la situación política y social de la época. Su cuello duro le tapaba la boca, manifestando que no tenía nada que llevarse a ella y, por otra parte, que estaba como amordazado, para que no pudiera quejarse, ni protestar, ni reclamar. Era un embozado amordazado, viviendo como un pícaro en busca de la supervivencia, y cuya pajarita pretendía a la dignidad, a la vez que a la libertad. Pero a pesar de aquel embozo en forma de cuello, clamaba su hambre a los cuatro vientos, se lamentaba de su triste condición y trataba de ingeniárselas para conseguir algo que “llevarse al diente”, lo que con frecuencia terminaba en catástrofe, palizas, persecución, cárcel, desilusión, desvanecimiento de un sueño.

Una historieta característica, de doble página, es la publicada bajo el título “La rebelión de Carpanta”. Su tiránico creador, Escobar, no le permite comer y Carpanta se rebela, llamando en su auxilio a los otros personajes de la revista, para, unidos, conseguir comida para el pobre hambriento. La confabulación parece tener éxito, pero, como de costumbre, todo se malogra, esta vez por la acción de un traidor en el grupo. Es un reflejo claro de la situación de la sociedad española en aquella época tan difícil de la posguerra.

 

El atuendo de Carpanta cambió, haciendo desaparecer el chambergo y poniendo en su lugar un “canotier” de paja, armoniosamente combinado con su cuello duro, su pajarita y su frac, todos elementos de lujo de la clase adinerada, siguiendo modas y en agudo contraste con la situación social del personaje. El hambriento personaje supo poner de manifiesto su denuncia de la sociedad en la que vivía.

 

 

Agustín Riera

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